El Camino No Elegido

La casa seroral de la ermita de San Martín de Orio y las seroras

Posted in Ajeno, Camino de la Costa, Camino del Norte by María Camín on junio 15, 2010
El viento es el Sur, el viento que al campar aleja el agua de las nubes. Hay un muro al lado de la ermita de San Martín que parece muy antiguo, me acerco a leer lo qué es:
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<<Este muro presenta una orientación aproximada Norte – Sur, con una extensión de unos ocho metros de largo por tres de alto, y una anchura de escasamente 0,60 metros. Está ejecutado con un doble forro de mampostería y cantos de río empleando para ello material de los alrededores, ligado todo ello con argamasa. Pertenecen a los restos de la casa de las señoras, ubicada junto a la ermita. La serora era la persona encargada de la custodia y mantenimiento de la ermita y propiedades anexas, y como tal suelen disponer junto a estos edificios de una residencia propia. La documentación nos apunta la existencia de seroras desde principios del siglo diecisiete, hasta al menos 1769. Año en el que estas figuras fueron extinguidas. Este templo tuvo hasta dos seroras a su servicio. Esta casa se encontraba en las proximidades de la ermita de San Martín, tal y como se puede notar a través del protocolo seguido para la toma de posesión de su cargo de serora por parte de María y Pinza el año 1686. En mil setecientos treinta y cinco consta que María de Lasa, señora de San Martín, utiliza parte de su dote para reconstruir la casa seroral. No queremos dejar de citar dos leyendas unidas a este lugar. Una que esta casa pudo ser usada como hospital o lazareto ligado al Camino de Santigo de la Costa y otra que este templo pudiera haber sido el primer templo edificado en Orio pero como decíamos no hay documentos que lo acrediten, y quedan en el campo de la leyenda>>.
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Pero pudiera ser que entre las encomiendas de estas mujeres se encontrasen las paraliturgias, una de ellas realizar el ritual de la rodadura, que era una especie de bautismo con la piedra.
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«A la ermita de Santiago se llevaba a los niños de mucho llanto. Se llevaba al niño y allí se le acostaba sobre el altar donde la mujer le daba vueltas. Le hacía además la señal de la cruz («aitaren, semearen eta espiritusantuaren amen») y le daba un beso. Las madres de los niños, por su parte, llevaba aceite que dejaban en la misma ermita depositándolo en unos vasos donde ardían las mariposas de las velas. Después tomaban del aceite que ardía una cucharada, con una cucharilla que allí había y lo llevaban a casa. En la casa durante nueve días, había que frotarle al niño con este aceite en el ombligo, haciéndole sobre el mismo una cruz si era niño y frotando de otra manera si era niña. Tras los nueve días, el aceite que sobraba, se echaba tras el fuego, beheko sue atzetik»

I. Gorriti (1921) Astigarraga

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4 respuestas

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  1. María Camín said, on junio 15, 2010 at 8:52 pm

    La salida de Donosti o San Sebastian hacia Orio por el Igueldo

  2. […] a querer seguir dejándolo allí. Y por ese gesto nosotros conocemos lo hondo que cala la actual serora de Orio en los corazones de los peregrinos, de aquellos que hemos tenido la fortuna de recibir su […]

  3. […] a querer seguir dejándolo allí. Y por ese gesto nosotros conocemos lo hondo que cala la actual serora de Orio en los corazones de los peregrinos, de aquellos que hemos tenido la fortuna de recibir su […]

  4. […] a querer seguir dejándolo allí. Y por ese gesto nosotros conocemos lo hondo que cala la actual serora de Orio en los corazones de los peregrinos, de aquellos que hemos tenido la fortuna de recibir su […]


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