Los acueductos y Josetxo Mayor en el Monte Ulía

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Ando entonces feliz, a mi ritmo, que es algo más lento que el impuesto por el hospitalario. Aunque pronto dudo de si hice bien en seguir su consejo, hay tramos muy estrechos en el GR. Le pregunto a un andariego si me tengo que preocupar, asegura que no, es un ‘rompepiernas’ pero de pisar dulce, soy rebasada por otros caminantes en tránsito, o lo soy o me cruzo con ellos, sería difícil por algún peregrino porque a todos pienso que les saco esa ventaja de haber salido muy de mañana desde Pasai Donibane, los acueductos me los encuentro en seguida, hacen más hermoso ese paisaje de mar ancho y oleaje difuso, la altura es grande, el solecito encantador, la brisa suave, el aroma perfumado, a flora y a matorral, a tierra y a pino,  a gaviota que sobrevuela el nido.

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De pronto un sonido extraño que surge de una revuelta de la senda; es un hombre que labora, se llama Josetxo Mayor, dice que aparece en las guías, y que aquí lleva veinticinco años, limpiando de maleza el Camino para que no se lo trague la maleza; es muy agradable, posa con naturalidad e inmortalizamos el encuentro.

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