El Camino No Elegido

EL GUARDIÁN DEL CAMINO DEL NORTE

Posted in Camino de la Costa, Camino del Norte, de la memoria by María Camín on julio 27, 2010

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No sé cuántos minutos habré andado por la senda que se interna en el monte, cuando me encuentro con un primer árbol que había sido arrancado de cuajo por el viento. No había manera de salvarlo saltándolo por encima, porque la mayor parte de él colgaba de la ladera en pendiente. Lo rodeé por arriba, incluso algo divertida por la circunstancia pero no contaba con que en la zona de las raíces todo era barro, porque esa mañana – como ya expliqué- había llovido con ganas, y resbalé, los que por delante de mí habían pasado dejaron sus huellas profundas, el Camino estaba marcado, algún otro también patinó pero siguió siendo divertido porque era algo diferente de todo lo vivido hasta ahora y sólo   me dejó el trasero un poco dolorido. Entonces me acordé de Emilio y de sus protestas, lo que  había mencionado la dueña del bar Zarrabenta. Emilio que se dio media vuelta y reanudó trayecto por la carretera.
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Trecho más allá otro pino, me temblaron las piernas, no sé por qué. Quizá porque sentí que la guadaña de la muerte, aflorando del inconsciente, más allá del símbolo,  era ahora mi compañera de camino.
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Me despojé de las mochilas, lancé los bastones por delante, luego arrojé las mismas y eso me debilitó al máximo. El único modo de atravesar el paso era gateando y entonces  comprendí la indignación de Emilio; para él se habría convertido en un obstáculo no insalvable, porque era cuestión de voluntad, pero de peliagudo tránsito.
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Muchas veces, durante mi crisis, este tipo de miedo,   al que me estaba enfrentando, había resultado paralizante en mis imaginaciones. Me aterrorizaba que el Camino me echase a un lado, me dejara fuera de combate. Tenía la sensación de que podía suceder, como si una no valiera lo bastante para ser digna de pisarlo. Incluso llegué a visualizar mi muerte en una caída como esa, dónde nadie me encontraba porque nadie me buscaba, con el cuello fracturado, los gusanos introduciéndose en mi boca, alimentándose de mí, excretándome, devorada por el horror y siendo mi propia muerte antes de que la vida me expirase. Lo que se llama un mal viaje… que yo los puedo contar con los dedos de una mano pero que  lejos de hacerme más cobarde me hizo crecerme…
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Lo cierto es que agoté las fuerzas en ese minuto y toda yo era un temblor. Me quedé quieta debajo de las ramas, que eran como las de una choza de  aquellas que los niños del prado construíamos en la infancia. Se dice que <<la choza simboliza la habitación del nómada, del viajero, de aquel que no pertenece a ninguna ciudad permanente. La choza hecha de ramajes o cañas, significa la precariedad: imagen de la fragilidad e inestabilidad. Su exigüidad conviene a la soledad y a la contemplación>>.
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Me proveí de mi grabadora y comencé a hablarle a usted, ya sabe que ese ritual me tranquiliza. Por fortuna no había desayunado el bizcocho que Iñaki, el dueño del Irurok, había puesto en mis manos, a la noche,  para la mañana. Creo que  pocas cosas me han sabido  tan ricas, he comido tan satisfecha y me fueron tan necesarias. Hablamos así, yo explicándole que la única pena que tenía en ese momento era no poder lograr nunca que mis últimos minutos con usted le llegaran. ¿Y era tan trágico el asunto? Si ves como las elevadas copas de los árboles se balancean ante ti, si lo hacen como si tuvieran hálito propio y estuvieran a punto de acabar con el tuyo, si sientes eso extraño y conmovedor que yo experimenté en aquellos instantes, entonces sí. Y sin embargo no hubo drama alguno y usted es consciente de ello. Al contrario, sonreía. La conciencia tan en paz, yo tan en paz conmigo misma.
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<<La choza desempeña también un papel iniciático; el del pórtico que da acceso al otro mundo. Equivale a las fauces o al vientre del monstruo, de la tarasca y el dragón; de la urna y la jarra funerarias… El acceso al otro mundo pasa por la muerte y la putrefacción. Pero los iniciados salen de la choza animados con una vida nueva, provistos de «misteriosos tesoros», símbolos de las riquezas inmateriales de la iniciación>>.
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Le pedí al espíritu del árbol, le dije y se lo dije: <<Si no te importa te voy a robar una piña, ¿de acuerdo?>>. Me levanté un segundo y arranqué la más bonita y lozana que encontré. Desprendía el aroma de su resina. Me sentí fortalecida pero no lo bastante.
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Si consultas un diccionario de símbolos y buscas la palabra guardián te remite a cuatro conceptos distintos pero no dice del guardián, dice: dragón, monstruos, héroes y genios. Y la iniciación a la que se refiere la choza culmina en lo siguiente: <<Son entonces señores del espacio por las botas de siete leguas, dueños de los hombres por la gallina de los huevos de oro, amos de lo invisible por la llave secreta>>.  Aquello fue un umbral. Las copas seguían vacilando sobre mí. Pero no salí precipitadamente, decidí quedarme y sentirme cómoda con el espíritu que me acogía, quizá el del bosque,  quizá el del Camino, quizá mi propio espíritu.
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Cuando tengo ocho años voy al colegio, eso a diferencia de Xelles… voy como casi todos los niños. Es un colegio de monjas, en mi casa eran comunistas pero mi abuelo, y también mi abuela que era una roja con creencias en el más allá, quería darme una buena educación y yo por ello les estoy agradecida. En tiempos de mi infancia la educación pública no era como  es hoy  y como entonces  era la privada… Lo he comprobado por mis amigos y también por mi hermano. Bien, esto es para detenerme a contar en este punto dos sucesos cruciales que me sucedían en torno a esa edad.
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La primera es que yo en secreto visitaba la capilla y hablaba con la Señora. ¿Delirios imaginarios? Probablemente, no lo sé. Recuerdo un comportamiento una conducta, un sentimiento.  Quizá  entonces era como la actriz Emily Watson en ‘Rompiendo Olas’. Y sin embargo, cuando la congregación era general y se nos obligaba a ir a la capilla, yo, si lo veía factible, me fumaba esos tres cuartos de hora. Buscando siempre la soledad y la libertad dentro de las normas. Ahora bien, tengo ocho años y pienso que me llamo Carmen María, he crecido escuchándome llamar por ese nombre. Brutal nombre a veces, brutal porque lo dulce que sabía al  decirlo mi abuela, se convertía en odio en la boca de mi madre cuando lo voceaba, siempre iracunda -María fue el nombre que eligió mi abuela paterna para mí- desde la ventana hasta los prados…  Y ese es el motivo principal por el cual llegué a detestar mi nombre, porque hasta mi nombre engendraba odio en el ser que me dio a luz; ese y por cómo sonaba en boca de algunas otras personas, familiares de ambas partes, que no terminaban de agradarme. Entonces, ¿qué sucede? Sucede que un día descubro que en realidad no me llamo así, los papeles del colegio dicen otra cosa, otro orden. Me entra un arrebato, como Xelles los padecía, y monto yo misma en cólera porque nunca he soportado las mentiras, y siempre tenía la sensación de que estaban engañándome. Así que ya en casa les pido una explicación  y mi abuela farfulla no sé qué errores del juzgado y de mi padre, y … El caso fue que yo ya tenía un motivo justificado para  mi negación de alguna parte de él o de mí. Así que eché a caminar hacia el colegio pero por detrás de los setos, muy disgustada, por dónde se me pedía que no fuese porque podía pasarme algo, y allí, era mayo, recogí flores para la Señora, que era una de mis actividades favoritas y me desahogué con ella; porque su  radiante y luminosa presencia dejó de estar confinada en la capilla y nuestros encuentros sucedían, entre las margaritas y las rosas, en el campo. Como si el acto poético y  ritual de recogerlas para ella la vinculara a mí.  Y no podría jurar si fue idea suya o sólo mía pero la decisión que tomé fue la de esconder parte de mi nombre. Y a María me la guardé, como si como la Señora fuera invisible para los otros. Lo preciosa y mágica que era la Virgen y lo malvada que a veces era mi madre en esos momentos en que no rezábamos juntas el <<Jesusito de mi vida / tú eres niño como yo / por eso te quiero tanto / que te doy mi corazón / Tómalo / Tuyo es  / mío no>>, el mantra de la Noche. Y esas noches eran de Paz pero  aunque con Jesús también he tenido Encuentros…  esos no pertenecen, que yo recuerde, de ningún modo, a un pasado tan lejano… Sólo que hasta que no alcancemos  Castrillo de los Polvazares no voy a insistir en ello… Hoy en día sucede una cosa, y es que si a uno se le ocurre ponerse a compartir sus experiencias místicas lo más usual es que le tachen de loco, y hasta a  un cura que te escuche podrías parecérselo, porque la mayoría de ellos están en la religión pero no han tenido vivencias trascendentes. Bueno sí, te hablan de una llamada, como la hermana Ana, o el joven padre de la iglesia de San Lorenzo en Gijón, y te explican que lo suyo es o  fue vocación pero no escuchan la música de las esferas ni entran en éxtasis y como son ellos, y no otros, pues hasta te miran con cierta envidia sana, si es que te creen pero a ellos no les sucede el diálogo animado con OODios -como lo llama mi niña interior.
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Entonces, ¿cómo te llamas? Y yo insistía una y otra vez, no me llamo así, yo sólo me llamo Carmen. Y batallé por mi nombre durante largos años. Pero hasta que aniquilé a María de su mundo, cosa que en el entorno académico, esta lucha se resolvía todos los días de primeros de curso; me levantaba de la silla, me acercaba a la mesa de la profesora  o de la monja y lo rectificaba: <<Ni es esto ni es lo otro, es lo que yo digo>>. Claro, cosa que en el instituto dejó de funcionar y me llamaban como les daba la real gana; porque ahí es cuando una descubre que tú lo que vales es lo que dicen tus papeles oficiales que vales. Y esto se lo estás contando a un pino, ¿de acuerdo?
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¿Cuándo regresó a la vida María? Yo pienso que cuando me enamoré de aquel médico. En los cuadernos que le escribía, después de haber abandonado la escritura tantos años antes, me reencontré con María o la poesía, ahí; porque María volvía a pronunciarse con su amor por lo sagrado, por la justicia, por  la verdad y la bondad y la búsqueda del bienestar. ¿Pero eso me condujo a librar de nuevo la batalla por mi nombre? No, en principio no. En principio eso sucede o se cursa como una idea de índole positivo, que se presenta a través de la terapia que plantea un amigo mío  (ésta no es presencial) y surge de uno de los correos que le escribe a mi amiga, para quien yo había solicitado ayuda y que fue el primero que fracasó en el intento, antes de fracasar yo misma con ella, lo mismo que años antes había, supuestamente, fracasado uno de mis maestros. ¿Y por qué se fracasa en la terapia? Simple, porque  en el paciente no hay propósito de enmienda. La afectada por el mal del malestar, ¿cómo podríamos llamarlo? ¿ausencia del alma? ¿ausencia de espíritu? No, por el nombre que merece: ausencia de Buena Voluntad. Vamos a poner un ejemplo pero no a entrar, ahora, en detalles como: ¿sanar es cuestión de fe? Respuesta afirmativa: sobre todo de fe en uno mismo. Aquel día él le escribe y le propone lo siguiente ( al margen comento que este tipo es un profesional de la salud mental pero excelente): <<Tu nueva yo, qué aspecto va a tener, cómo se va a llamar>>. Y ella que escucha esto y me dice: <<Me gusta como visto, como me peino y como me llamo>>. ¿Y qué me sucede a mí? Que interiorizo esos parámetros y tardo meses en elaborar una respuesta. Y la magia sucede ahí. Entonces, cuando hablamos de magia, tal vez no estemos comprendiendo que asume formas  muy sencillas pero que tienen un gran poder sobre la persona, si es un individuo con una tendencia  introspectiva, de reflexión profunda y no se precipita a dar una respuesta meramente materialista; los pensamientos circulares, las rumias, no van a ninguna parte, pero las espirales de la conciencia casi a cualquiera.
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Y yo, en mi choza, debajo del atecho de ese pino, cada vez me siento más reconciliada conmigo misma, y así se lo digo: <<Es como la historia del sabio que recoge las hierbas que otro que va por delante ha arrojado despreciándolas>>. Te pueden dar una herramienta y aquello lo era pero tú que en el fondo no valoras nada, cómo, pues, te vas a valorar a ti mismo, lo desdeñas no concediéndole ningún valor.
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Así que yo me dije: <<Con Carmen, la cabeza visible, he pasado treinta y dos años. Tengo cuarenta y no he logrado ser demasiado feliz>>. Sin embargo la no contracturada María fue capaz de dar con usted -recuerde que no quería decirle mi nombre, que usted lo supuso- vislumbró algunas luces en ello, y fue así como aposté por darle una auténtica Oportunidad a lo que yo había convertido en mi sombra. Y luchando, esto hay que tenerlo en cuenta, el buen combate, al que se refiere Coelho como tal y  al que se le nota que ha bebido de las fuentes de una estupenda obra llamada ‘Le Matin des Magiciens’ cuyos autores fueron Louis Pauwels y Jacques Bergier, y del ‘Don Juan’ de Castaneda.
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<<Mantenerse en el umbral es manifestar deseo de adherirse a las reglas que rigen la morada; pero un deseo que no es aún ni completo, ni definitivo, ni está ratificado. La significación esotérica del umbral proviene de su papel de paso entre lo exterior (lo profano) y lo interior (lo sagrado)>>.
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María o Carmen María, la niña que fui, se convirtió en lo sagrado para mí. Sagrado como usted y su confianza, la depositada en mí. ¿Y en la crisis qué sucede? Esto lo explico por encima para quien no haya pasado aún por el proceso de un cambio de conciencia. Sucede que tú viajas a todo tu pasado, y entiendes los motivos de los otros, que en muchas vidas, son en gran parte los que lo condujeron (a uno/a)  a su vida actual, porque desde tu madurez y experiencia estás cualificada para comprenderlos. Y vas a juzgarte a ti, imagínate juzgar a tu inocencia, y vas a juzgarlos a ellos que ya eran adultos y desde el principio tejieron la tela de araña de tu vida. ¿Es tu vida bonita? ¿o moras en un tela patológica? Así que algunos que hagan este viaje encontraran motivos para sentirse por completo agradecidos y amaran por encima de todas las cosas, quizá hasta por encima de si mismos, a sus seres de amor. Y algunos otros condenarán a los suyos como si fueran Dios mismo y hubieran sido los testigos del Juicio bíblico, y estos manifestarán un rechazo psicológico y físico hacia lo deleznable de la Naturaleza humana. Amparándose en ese rechazo experimentado hasta en lo más hondo, continuarán hacia adelante librando la batalla por su liberación y en pos de la armonía con su propia Naturaleza.
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*Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant
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Una respuesta

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  1. Camín said, on febrero 2, 2012 at 12:47 pm


    – i – Primero o del significado de egunon [La parábola del Camino]


    – ii – El guardián del Camino del Norte [La parábola del Camino]


    – iii – De la choza como umbral y de las botas de siete leguas [La parábola del Camino]


    – iv – Confesiones liminales o recuerdos de infancia en choza


    – v – El peligro y la oportunidad. La crisis y la liberación [La parábola del Camino]


    – vi – Caminando por el robledad de Urdaibai hasta el puente Artzubi


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